El libro de texto no tiene por qué morir

 

El debate sobre los libros de texto, otro de los grandes clásicos. El campo educativo ha sido abonado en las últimas décadas con una mezcla de sustancias nutrientes (desarrollos legislativos de ingeniería legal, bases curriculares de ingeniería minera, etc. etc.) que han permitido a las editoriales sembrar sus productos autóctonos de una forma vigorosa y casi inmutable.

Los centros educativos han generado una dependencia casi total del libro de texto, sin darnos cuenta que eso no es compatible con buena parte del modelo metodológico que imponen las instituciones internacionales, que demanda nuestra sociedad productiva o que se aplica en los países con éxito educativo. Límites increíbles adquiere esta cuestión, amigos.

Pero tampoco es razonable el discurso de que el material didáctico cerrado, analógico o digital, sea desterrado de las aulas completamente, probablemente porque los docentes no estamos preparados para ese reto nada fácil. ¿Alternativas intermedias? Pues claro que puede haberlas, sólo falta un poco de imaginación, ganas y estar convencido que todo reside en montar actividad educativa y no discurso estático:

 

 

El IES Ítaca de Tomares (Sevilla) emplea el cheque libro, pero lo hace para montar bibliotecas de aula, donde convive la literatura juvenil, con libros científicos adaptados, series de comics y libros de texto variados; el libro de texto, como material cerrado, tiene la consideración de material de consulta puntual y como tal, no tiene por qué ser único. Así, compran, por ejemplo, 8 ejemplares de matemáticas de una editorial y otros 8 de otra, lo que les permite acudir a fuentes diversas, para trabajar en muchos casos en grupo. Ese material permanece en el aula fundamentalmente y se usa para el desarrollo de actividades de diversa índole (los portátiles también son protagonistas en el día a día).

Probablemente, el futuro del libro de texto, incluida su faceta comercial analógica o digital, deba fijarse en este tipo de usos y adaptar sus productos, más que a cosas diferentes a las que saben hacer, a usos alternativos permitidos, estructurados de forma diferente y comercializados de otra manera. Los primeros que se apunten a ayudar a usar sus productos de otra manera, proponiendo actividades educativas sólidas apoyadas en recursos variados cogeran una interesante ventaja en el mercado.

9 comentarios en «El libro de texto no tiene por qué morir»

  1. Otro ejemplo de cosas que con los libros de texto, no solo no pasan, sino que no pueden pasar. Al menos, en ciencias…

    https://plus.google.com/115669729181713609862/posts/3jvyioVXVJf

    Me parece, Aníbal, que hasta que hablemos de este tema voy a tomar este post como un referente para ir incluyendo ejemplos de aula de cómo el libro de texto puede crear más problemas de los que soluciona. Jejejeje… Y es que sólo lo veo algo útil (desde luego, menos útil que un docente) cuando hay problemas de conectividad… En ciencias, insisto…

    Y además… Son carísimos… A la población andaluza no les está saliendo gratis, no… Su pago procede de los presupuestos de la Comunidad…

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  2. Lógico y más pedagógico el uso que haceis del cheque libro. No ha debido ser fácil llegar a consensuar una decisión así _imagino_ y que lo padres lo hayan aceptado.
    Los libros deben ser un instrumento y por lo tanto solo servirnos de ellos cuando es necesario. De acuerdo con lo que dice Domingo.

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  3. No creo que el libro de texto tenga que morir, sería absurdo, lo que si creo es que debe de dejar de ser la única fuente de consulta, el que decida sobre los contenidos, las actividades, el que marque el qué, cómo y cuando se enseña y fije la evaluación. El problema no está en los libros de texto sino en el uso que abusivo que se hace de ellos, permitiendo que estos dominen todo el proceso de toma de decisiones que corresponderían al docente.

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