Menores en Internet: no les prives, acompáñalos

1.- Toda la vida ha existido peligro en la calle y desde que nuestros hijos nacen, procuramos enseñarles a hacer un buen uso de ella.
Cuando son más pequeños no los dejamos pisar sólos la calle, pero no les arrancamos la posibilidad de disfrutar de ella; en el parque, mientras ellos se columpian, somos incapaces de quitarles uno de nuestros ojos de encima, uno de ellos se posa en el libro o paquete de pipas y el otro desciende por el tobogán junto a ellos.

Mi hija de 11 años, pisa la calle en solitario o con amigos ocasionalmente, pero tiene perfectamente claro las franjas horarias permitidas y, por supuesto las rutas adecuadas y las que hay que evitar en todos los casos. Probablemente, el primer móvil que dejen caer en su cuarto sus majestades de oriente, venga con localizador incorporado y restricción de llamadas. Ayer noche estuve por tercera vez con ellos viendo el espectacular Belén de Curro, y no porque me apeteciera hacerlo, sino porque la hora no era la más adecuada para que lo hicieran sólos.

Supongo que cuando crezcan y las botellonas y derivados aparezcan delante de sus ojitos adolescentes no podré impedirles que salgan a la calle, pero ya nos encargamos de intentar hacerles ver dónde se encuentra el peligro: desconfianza sistemática hacia los desconocidos, desacreditación de conductores que beban, etc. etc.

En cualquier caso, acertadas o no, se trata de medidas derivadas del sentido común y, sobre todo, de un natural acompañamiento que hacemos permanentemente a través de su «vida exterior».

2.- Internet tiene calles malas, pero muchísimas más buenas.
Ya se encargan los medios de comunicación, a diario, de hacernos ver los peligros que la Red encierra para nuestros menores; y no sólo a nivel de contenidos, sino a nivel de las redes delictivas que tienen su caldo de cultivo por estos lares.
Pero no venden los estudios que demuestran el beneficio de muchos de los juegos que se encuentran, las fuentes de información existentes, el beneficio cognitivo de las enciclopedias colaborativas, el desarrollo de la psicomotricidad fina, las corrientes de defensa medioambiental, el potencial en fomentar la lectura, las fuentes promotoras de actitudes solidarias, la participación, la ciudadanía, la socialización,…

3.- Los molinos de viento son ahora más robustos
Probablemente si a nuestro amado Quijote le hubiéramos proporcionado unos gramos de explosivo plástico, su fantástico gigante hubiera durado en pie no muchos más de los segundos que necesita el detonador para realizar su función. Ese poder físico que el ser humano ha adquirido con la aparición de la tecnología (electrónica, física, química, etc.) nos hace pensar que podemos delegar la protección en el acceso a Internet de nuestros menores en terceros:

Delegación de competencias
Muchas instituciones y expertos que no tienen ni pajolera idea de lo que nos hablan, aconsejan el uso de programas de control parental, navegadores configurables, filtros de contenidos y derivados que capen los contenidos a los que acceden nuestros hijos y a los delincuentes que quieran poner sus miras en ellos. Esto es una inutilidad: ¿es que no teníais cuando pequeños un escondite para la revistas porno que jamás encontró vuestra madre? Y si vuestra madre era una olfateadora excepcional, su olfato nunca llegaba a casa del amigo de padres liberales o del fantástico barbero que alegraba mis largas espera a la hora de pelarme. Además, la conciencia existente en ellos en la actualidad les hace mantener un rechazo natural sobre cualquier tipo de censura que genera en nosotros interesantes debates.

Hoy en día, todos esos filtros y cortapisas tardan en saltarse lo que nuestros pequeños tardan en llegar a casa de otro amigo con Internet, o al ciber de la esquina, o incluso al ordenata del cole cuyos maestros no han sido capaces de instalar ese filtro que no funciona en el güin 98 del mismo.

Cerrar las puertas
Una solución para evitar los peligros sería eliminar Internet de casa, prohibir que nuestros hijos salgan a la puerta de la calle (evitando casas de amigos, cibers y derivados) y metiendo un escrito en el cole que inste al director a no permitir el acceso a la Red de nuestros pequeños. Aunque pensándolo bien, mejor comprarse una cabaña en el monte y cambiar completamente de vida. Pero hasta admitiendo que esta burrada que acabo de plantear se pudiera llevar a efecto, tarde o temprano, nuestros pequeños tendrían que sumergirse en la telaraña y, entonces, al no estar preparados sus intelectos, sí podrían quedar atrapados en los rincones más oscuros de la misma.

4.- El acceso a Internet de los menores no tiene por qué ser algo inherente a su intimidad.
Conocemos los riesgos de la Red, los medios tradicionales nos los recuerdan a diario, pero no nos sentamos nunca con ellos a navegar, a jugar, o a chatear con el Messenger; dejamos esta función en manos de determinado e inútil programa informático o de una restricción de entre semana que acalla nuestras conciencias. No podemos mantener a nuestros pequeños en posición de OFF para que, al llegar a los 18 tacos, pasen de manera inmediata a modo ON; esto puede ser fatídico para ellos. Creo que ha llegado la hora de sentarnos con ellos frente al 17″ e ir lanzando sutiles pildorazos de coherencia parental sobre contactos desconocidos, ventanas emergentes, datos que podemos proporcionar, etc.
Ya en alguna ocasión sentenciaba el papel de las escuelas en esto, que también es importante pues aunque las escuelas tienen el imperativo legal de proteger a sus alumnos, es mucho más relevante la obligación moral de enseñarles a protegerse por sí mismos.

Sin embargo, resulta curioso cómo los adultos construimos nuestras propias identidades en las redes sociales de Internet proporcionando muchísima más información personal que la que proporcionan nuestros adolescentes.

Insisto, creo que ha llegado la época hora en la que tenemos que sentarnos a jugar a la videoconsola con nuestros pequeños, a navegar con ellos o a chatear a su lado, de la misma manera que nuestros padres tocaban la pelota junto a nosotros o nos ayudaban a peinar la muñeca o a que la torta desde el tobogán pudiera evitar una visita a la enfermería; es la única forma de que aprendan.

7 comentarios en «Menores en Internet: no les prives, acompáñalos»

  1. Por fin alguien escribe algo sin toda la paranoia que solemos tener los padres frente a los peligros, o los fantasmas diría para ser más precisa, que rondan el tema de la red y fundamentalmente el de la exogamia. Es verdad que existen los peligros tanto en la calle, en eso que llamamos realidad, como en la virtualidad de las redes, pero también las precauciones a veces son tan excesivas que impiden la maduración, el aprendizaje y lo que es más importante la responsabilidad subjetiva. El único modo posible de prevención está en el conocimiento y en el acompañamiento aún sabiendo que en algún momento de la vida, como sucede en la adolescencia, tocar el límite es parte del juego que todos los que hemos crecido hemos jugado. Sigo pensando como decía mi padre que los riesgos de la libertad son siempre menores que los de la represión. Saludos y felicitaciones por la lucidez.

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  2. Aníbal,
    no sé de dónde sacas el tiempo para enriquecernos con tus posts, pero siempre estás presente en mis charlas sobre TIC y educación con otros docentes.
    Uno de nuestros objetivos ha de ser preparar a ciudadanos/as para el presente y futuro; educar también en valores, y tu artículo habla precisamente de ésto.
    A mi me pone negro escuchar a docentes renegar de Internet porque los alumnos pueden encontrar imágenes poco recomendables…si quieren cosas poco recomendables, que miren en la tele algunos programas en horario de tarde y se van a enterar.
    Estoy, como siempre, contigo.
    Espero que pases unas buenas fiestas con la família y amigos:
    http://www.xtec.net/~jnegre/nadala_2007.html

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