Poner puertas al campo, nunca mejor dicho

Llevamos mucho tiempo defendiendo en Internet la idea de conocimiento abierto, de que no le podemos poner puertas al campo, de compartir, de horizontalidad,… Pero ese dicho de «ponerle puertas al campo» se ha hecho realidad en los últimos años: las autoridades deben poner freno a esa práctica completamente extendida de colocar vallas y cancelas sobre caminos de carácter público: cañadas reales, veredas de carne, caminos de herradura, vadillos, etc. están siendo cerrados por propietarios que todavía creen vivir en época de dictadura, de los que pagan gustosamente, con monterías, a un par de buenos abogados o peritos, por simular que era 10 metros más al sur donde se encuentra realmente la cañada. Llevo toda mi vida haciendo deporte, de forma moderada, eso sí. Corriendo y andando por los pagos de huerta palmeños, y en bicicleta y andando por nuestras sierras colindantes. Y desde hace 20 años estoy viendo cómo se ha reducido casi al 100% el número de lugares por donde transitar, porque a algunos desalmados con corbata les da por rememorar tiempos de colonias, y marcan su territorio no pinchando bandera, sino a base de mallas y verjas. Cercados que impiden el tránsito de personas por lugares de acceso público y que, dicho sea de paso, no dejan salir a los animales salvajes que luego cobran a precio de oro en las cacerías.

No, no puedes ir provisto de alicates, pues encima eres denunciado por un par de picapleitos a los que se les invita a un par de cacerías de zorzales o monterías al año, o estás expuesto a que un guarda de la vieja guardia te de el susto de tu vida. No, no puedes denunciar nada, pues ya sabemos a veces al servicio de quien está la justicia y lo que cuesta que se haga. Bueno, al menos a uno le queda el derecho al pataleo y como en mi caso tengo la suerte de disponer de un blog público, puedo contar que me producen un sentimiento de odio los servidores y trabajadores del pueblo que no cumplen con su principal cometido: velar porque este mundo sea de libertad, incluido el poder transitar libremente por todos aquellos lugares y parajes de carácter público. Es curioso que estemos continuamente reclamando el carácter abierto del conocimiento, sin darnos cuenta que estamos cada vez más cercados físicamente, más comprimidos, más imbéciles. Fotos de ermanitu2 y Lammasu en Flickr bajo CC.

2 comentarios en «Poner puertas al campo, nunca mejor dicho»

  1. Mis botas y en mis zapatillas maltrechas podrían contar las veces que visitando añlo tras año una vereda, un collado, o simplemente un riachuelo, he visto crecer una hierba metálica, que a modo de peones de ajedrez, quieren flanquear el otro lado del camino. Pero, quizá orgullosos de su potestad y cuidado sobre la tierra, quizá por otros motivos más humildes, he topado con verjas y puertas abiertas por sus dueños con el cartel de: cuiden el entorno y disfruten. Desde aquí, felicidades a aquellos que abren las puertas al caminante.

    Un saludo

    Responder

Deja un comentario