Insisto, creo que hay una utilización perversamente sesgada por parte de la clase política sobre situaciones problemáticas de los jóvenes; lo más fácil es echar balones fuera y pensar que hablar de usted a los profesores o elevarlos 20 centímetros sobre el nivel del suelo son medidas que solucionarán algo.
Si existe alguna interpretación simple sobre un problema tan complejo como lo que se está debatiendo estos días, esa estoy seguro que es la representada por la siguiente viñeta, tomada de aquí y pasada por Photoshop para ser traducida…
Casi siempre, las soluciones a los problemas están muy cerca y a mano.
En muchos casos, el reconocer que tenemos problemas es el único paso necesario para solucionarlos.
Como alternativa, ofrezco la vía de esta página web que creé hace tiempo, y muy especialmente la sección CONSEJOS A PADRES, que me llevó más de un mes recopilar. Ya que los padres no aceptan reconvenciones directas, al menos que, en la soledad de casa, puedan leer un poco sobre cómo enfrentar determinadas cosas:
http://www.ampamijas.com/index2.php?id=7&ln=es&t=1
Igual que a los profes no nos gusta que nos echen la culpa de todo –porque no la tenemos–, deberíamos juzgar a los padres por el mismo rasero. Un toque de antención necesario es el de Judith Harris
http://www.scientificamerican.com/article.cfm?id=do-parents-matter&page=1
que ha intentado quitar hierro a cierta obsesión que tiene la gente hoy en día con la educación de los hijos –generaciones anteriores han aplicado formas de educación diferente y nuestros hijos no son ni peores ni mejores que los de generaciones anteriores, son sólo distintos e hijos de la sociedad en la que viven–.
Por cierto, para los profes que quieran dejar de obsesionarse con su influencia, un estudio que muestra que ésta es bastante limitada
http://andrewleigh.com/?p=2157
Mirando esa viñeta sólo se me ocurre una cosa, responder a la pregunta que se hace el padre; yo le diría que aprenden detrás suya, a sus espaldas; yo también soy madre…de 5 ni más ni menos, y tengo claro que los niños aprenden lo malo a escondidas y lo bueno en compañía; no podemos perderlos de vista nunca si no queremos criar salvajes del futuro.
Enlace al artículo citado anteriormente:
http://www.diariodesevilla.es/article/opinion/387125/senores/padres/con/hijos/la/eso.html
Si pueden, lean ustedes un escrito que circula por la red con el título «Señores padres con hijos en la ESO». No tiene desperdicio. Lo curioso es que quien lo firma es un inspector (Jaime Martínez Moreno). Muestra muy bien cuál debe ser la función de padres, profesores y alumnos en la tarea de educar. ¡Lástima que unas palabras tan bien dichas las encuentre uno solamente en raras ocasiones!
Soy profesor y padre de dos niños de 10 y 6 años. Estoy plenamente convencido después de 30 años de oficio y 10 de padre que la autoridad emana siempre de un profesor o padre razonablemente exigente.
Comprensivamente exigente. Afectuosamente exigente. Inteligentemente exigente. Amorosamente exigente. Humanamente exigente.
Pero exigente.
Lo que sucede es el que el profesor exigente en todos los aspectos acabados de citar rebota muchas veces con la dejación de responsabilidad, la ignorancia, la indiferencia, el pasotismo, el cinismo, el abandono y la falta de valores de un porcentaje cada vez mayor de familias. No son todos los padres así, pero son demasiados y en aumento.
¿Soluciones? darle autoridad efectiva a los enseñantes; darles la capacidad de que sus instrucciones y disposiciones sean respetadas.
Crear unos RRI (reglamentos de regimen interior) con una aplicación de disciplina bien graduada. Dar más margen de decisión con independencia del Consejo Escolar( suena fuerte pero es así). Reforzar el papel de directores y jefes de estudio, sin que cada una de sus decisiones deban ser rediscutidas contínuamente.
Y seamos sinceros, más profesores implicados en más profundidad en una disciplina razonable con todos los adjetivos que mencioné al principio (que los hay implicados desde luego pero como pasa con las familias cada vez menos y en aumento). porque ser un profesor o un apdre exigente conlleva momentos muy duros, moralmente muy duros.
Es un problema multilateral. Acabaré diciendo como curiosidad que en España pegarle a un maestro o aun director cuesta una multa de 90 euros y llamarle hijop…, nada.
Falta exigencia a todos los niveles y mucho amor en el sentido más transcendente de la palabra.
Por cierto despues de la tarima y del usted espero que no nos hagan colgar un crucifijo y un cuadro del Rey (como ya sucede en muchos colegios PUBLICOS de Castilla y sobre todo Canarias)
Esta mañana comenté en Twitter por si alguien me decía algo, pero no hubo replie:
Ayer hablamos en clase sobre los peligros de la Red. Como voy a trabajar con ordenadores todo el curso veo lógico empezar enseñándoles lo que no saben, viendo atenta qué saben… y un niño de 10 años contó que tiene Tuenti y que un día quedó con una niña en el parque y que resultó ser una vieja.
¿Fuiste a una cita a ciegas tú solo?, le pregunté. No, dijo él serio. Me hice la despistada y seguí escuchando lo que decía a sus colegas: » Illo, fui y allí no había más que una vieja, digo yo que sería ella…»
Da igual si era ella o no. Lo que importa es que tiene diez años y que quedó con alguien desconocido desde el ordenador de su casa.
La escuela tiene mucho que mejorar, pero la familia es la suerte o la condena de niños y niñas, al menos los primeros 50 años 😉