El debate sobre si debemos instalar programas que filtren los contenidos a los que nuestros alumnos e hijos acceden en Internet es un debate que permanecerá durante bastante tiempo, pero que yo tengo claro… ¿o no?
Casi a la vez que la Sociedad de la Información está extendiendo sus tentáculos, en los Centros educativos el uso de las TIC está experimentando un aumento que, aunque algo más lento que en otras capas, también es imparable. De la misma forma raro es el día que no recibimos algún informe que nos muestra el aumento casi exponencial del uso de Internet entre los adolescentes.
Otra realidad que no podemos pasar por alto es que un porcentaje bastante alto de la información lo que circula por Internet es pura basura; por ello, en bastantes Centros Educativos instalan incómodas puertas que impiden el acceso de los jóvenes a determinadas páginas. La verdad es que esta medida no es mala, lo mismo que tampoco parece descabellada la aparición e implantación de dominios que centralicen todo eso, como por ejemplo los .xxx cuya utilidad se está analizando desde el punto de vista educativo, atendiendo a los principios que la sustentan, pero desde luego la debemos considerar inútil:
En primer lugar porque el acceso a la totalidad de contenidos de la Red está a disposición de los jóvenes en los Cyber, casas de amigos y en sus propios hogares. Mis padres no me permitían cuando pequeño tener revistas porno (claro!) pero ya me encargaba yo de comprarlas y esconderlas o, a falta de presupuesto, visitar a mi barbero preferido y mientras esperaba mi turno para pelarme me permitía ponerme como una moto viendo (que no leyendo) sus últimas adquisiciones.
Pero pienso que aunque las escuelas tienen el imperativo legal de proteger a sus alumnos, es mucho más relevante la obligación moral de enseñarles a protegerse por sí mismos
Te cuento mi experiencia con chicos de compensatoria. Este curso les dejamos acceso a Internet, sin filtros, nuestra aula de informática también era marginal, así que queda fuera de la red de la Comunidad de Madrid.
Ciertamente, me encontré con algún que otro fondo de escritorio capaz de cortar la respiración, aunque una ya haya visto de todo. De cuando en cuando había que hacer limpia de fotos y poco más. No entraban en la páginas que no tenían que entrar cuando había trabajo y conseguía que trabajaran.
Te hablo de las páginas porno porque parece que es lo más escandaloso, pero realmente lo más peligroso, en cuanto les atraía mucho más, eran los chats y las página de videoclips musicales, acabamos negociando «tiempos libres» por «unidad de obra». (No eran chicos fáciles).
Totalmente de acuerdo, Aníbal.
En primer lugar, porque no hay filtro lo suficientemente inteligente como para actuar de forma eficaz. Siempre hay trucos para saltárselos. Si a un alumno/a le prohíbes entrar en un sitio porno sólo conseguirás que lo desee con todas sus fuerzas. Y cada persona es un mundo; haría falta un filtro diferente para cada alumno/a.
Pero sobre todo por lo último que indicas. Educar no consiste en censurar o prohibir; se trata de formar e informar. Tal vez no sea imposible conseguir que nuestros alumnos/as encuentren en internet cosas que les resulten tan interesantes como la pornografía. Y si no lo conseguimos es que no somos tan buenos profes…