Peleándome con los mapas conceptuales

Desde que realicé mi primer mapa conceptual, he de reconoceros que no había vuelto a pelearme con ellos, entre otras cosas porque alguno de vosotros ya sabéis que no son «santo de mi devoción«; en su momento eso no fue obstáculo para que abordara la cuestión, hasta desde una perspectiva 2.0 («Mapas conceptuales 2.0 (actualizado)» y «[A la palestra] Mapas conceptuales (actualizado)«).

Ojo!, hoy no busco reflexión ni debate…

…sé que cualquier herramienta informática soft o hard, tiene tanto potencial educativo como imaginación pedagógica despliegue el docente que la use, y que el mensaje educativo general debe estar siempre inmersos de optimismo natural…

…pero vamos, si alguien quiere darme caña en los comentarios, se aceptará de muy buen grado, como es habitual 😉

Evidentemente, un mapa conceptual en manos de una profesional como Lourdes, se convierte en algo verdaderamente potente y hasta mágico en alguna determinada situación. Pero por otro lado me canso, a veces, del permanente discurso en el que el uso de la tecnología en educación es algo intrinsecamente positivo, independientemente de la herramienta elegida y el uso que se haga de ella.

1.- Una cosa es el servicio que nos brinda una herramienta, que nunca puede ser negativo. El uso de un bolígrafo o un ordenador como herramienta es algo siempre positivo; nadie se plantearía tildar de negativo el uso de una pizarra en clase, como tampoco de una digital, ni de un ordenador, etc.
2.- Sin embargo cuando la herramienta se convierte en el medio protagonista para la consecución de determinado objetivo didáctico, entonces es cuando no está mal que de vez en cuando aparezcamos los malos poniendo algún que otro «pero».

Así que no está de más que de vez en cuando desempeñemos ese papel de malos, y que seamos algo más sinceros de lo que nos correspondería:

Ayer estuve actuando como ponente en una maratoniana sesión formativa para el equipo asesor del Centro del Profesorado de Córdoba. Quieren este curso darle un fuerte impulso a su Aula Virtual, desarrollando actividades de formación on-line, semipresenciales y espacios de trabajo colaborativo. Así que ayer los estuve machacando con cuestiones relacionadas con:

1.- Repaso de las potencialidades de Moodle, incidiendo en las novedades de la 1.6
2.- Formato y licencias en los materiales utilizados.
3.- Elementos esenciales de un proceso formativo on-line.
4.- Uso avanzado de Moodle.

Para el punto 3, me planteé desarrollarles un mapa conceptual simple, sin recursos adicionales, en el que plasmara los elementos a tener en cuenta a la hora de iniciar un proceso formativo on-line.

Con esta tarea autoimpuesta he llegado al convencimiento de que los mapas conceptuales, usados por profesores con destrezas pedagógicas normales, no sirven de mucho.
Ahora bien, son extremadamente útiles para las personas que los desarrollan. El resultado de mi trabajo es el que os brindo a continuación y probablemente no os sirva de nada, entre otras cosas porque es muy complicado digerirlo…

… pero no os podéis imaginar de qué forma me ha ayudado a mí mismo a organizar mis propias ideas:

mapa conceptual

Así que, si alguna vez queréis usar mapas conceptuales en clase o en procesos formativos, no los hagáis vosotros, haced que los desarrollen vuestros alumnos, comenzando con pocos nodos y con ideas fundamentales.

Por ejemplo, les podría hacer que desarrollaran un mapa conceptual de cada unidad didáctica tras su finalización , en el que recogieran no más de cinco o seis nodos fundamentales, procurando enlazarlos entre sí.

3 comentarios en «Peleándome con los mapas conceptuales»

  1. Totalmente de acuerdo con el síndrome protagonístico de la herramienta. Es uno de los problemas cuando vamos a capacitar a los docentes en nuestro proyecto, y ellos, maravillados por lo que les muestra la tele, piden hardware, piden software… Pero antes, tratar de concientizar en que la herramienta viene después de necesitarla. Pero dale que dale, y empiezan con la herramienta, y cuentan de algunos maestros que desarrollaron un recurso tres noches seguidas y los estudiantes lo «despacharon» (al recurso, claro) en no más de veinte minutos (y no se supo más del maestro…). Y eso frustra a muchos otros docentes respecto de la tecnología. Y empiezan a correrse cuando la nombran. Total, sólo funciona para los «geeks», o, peor aún, nos dicen «no somos ingenieros» (como si, con perdón de la ingeniería, fuesen seres divinos). Creo que me excedí en el comentario, mil disculpas. Pero me siento identificado con esa realidad y como que me duele.

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  2. Hola Aníbal, aunque no quieras el debate, la invitación al comentario está servida. Es interesante la reflexión que haces en lo relativo al valor de las herramientas y cuando éstas se transforman en protagonistas.
    En el ejemplo que tu das, lo importante es organizar las ideas en un mapa conceptual, y la estructuración del conocimiento que esto obliga. Despues está como lo plasmo, si el cmaptool me ayuda a hacerlo mejor o no. En ese sentido, los mapas son instrumentos poderosos para la construcción del conocimiento. ¿es lo mismo hacerlo en papel, en word, en cmaptool? A veces nos perdemos por las herramientas, y no vemos la escencia.
    Saludos

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  3. Gracias Anibal por ese comentario tan amable, no todos los días recibe una estos regalos. Es verdad que los mapas conceptuales ayudan tanto o más a los profes que los elaboran que a l@s que los reciben y que lo ideal es que los construyan l@s chic@s, coincido en eso.

    Salud.

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