No sé si alguna vez te has planteado cómo se verá la Tierra desde 6000 millones de kilómetros de distancia y, lo que es más importante, que cuando la vimos a través de los ojos de la Voyager 2, Carl Sagan apuntó de alguna manera lo insignificantes que somos para lo importante que nos creemos.
Mirad otra vez ese puntito. Es aquí, es nuestra casa. Somos nosotros.
En él vivieron sus vidas todas las personas que has querido, las que has conocido, todas aquellas de las que has oído hablar, todos los seres humanos que han existido alguna vez.
La Tierra es un escenario muy pequeño en el gran ruedo cósmico.
Pensad en los ríos de sangre, que tantos generales y emperadores han vertido, para conseguir la gloria y ser los amos temporales de una fracción de un puntito.
Pensad en las crueldades sin límite que han cometido los habitantes de un rincón de este píxel, sobre los habitantes de otro rincón.
Con qué frecuencia no se entienden entre ellos, con qué facilidad se matan unos a otros, con qué fervor se odian.
Quizá no haya mejor demostración de la locura de la presunción humana, que esta imagen distante de nuestro pequeño mundo.
Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos mejor unos a otros, y de conservar, y cuidar, este pequeño puntito azul. El único hogar que hemos conocido.
el sexo es el placer banal de los tontos,
la la inteligencia es el extasis de las mentes pensantes,
ser mas culto y positivo,mas inteligentes y saber mas del todo, para salir de lo ignorante y saber a donde vamos como todos uno, no todos contra todose e irnos a la perdicion.
Y tampoco hay que irse tan lejos. Contaba un amigo que su abuelo salió un día del pueblo y subió a una colina cercana. Desde arriba descubrió que más allá continuaba el mundo. Eso le asustó y volvió al pueblo para nunca más salir de él.
La gente suele reirse cuando cuento esta anécdota. Pero conozco a muchos y muchas que se comportan como aquel abuelo.
Justo en esos pensamientos me entretenía yo antes de algún examen gordo. Y me aliviaba, no creas.